Crowdfunding: la confianza como motor

2018-03-06

Daniel Yume, nos habla sobre el Crowdfunding, un movimiento para conseguir fondos con el fin de desarrollar un proyecto, ya sea desarrollar y vender un producto (crowdfunding de producto), adquirir acciones de empresas y startups (equity crowdfunding), comprar edificios para luego alquilarlos, y todas las nuevas iniciativas que están surgiendo.

Es una práctica muy común en países anglosajones, sin embargo, el crowdfunding parece no ser capaz de arraigar en España en todos sectores. La dudosa procedencia de algunos fondos, la escasa fiabilidad de determinados proyectos y su vinculación mediática con la esfera política, han minimizado los beneficios de esta herramienta de micro mecenazgo en nuestro imaginario colectivo. En paralelo, la crisis de los últimos años ha esquilmado buena parte de los ahorros de las clases medias, impidiendo que este sector pueda involucrarse en proyectos ajenos a su cotidianeidad.

 

Ante el panorama expuesto, parece complicado que esta forma de inversión colectiva se convierta en uno de los motores del tejido productivo nacional. No obstante, el Crowdfunding entraña en su propia esencia uno de los valores más necesarios para la reactivación económica: la confianza. Más allá de beneficios cortoplacistas, plusvalías o tipos de interés prohibitivos; la chispa que mueve a los inversores no es otra que la esperanza en firme de que un proyecto, producto o servicio, funcionarán.

 

Hoy en día es muy común que los emprendedores y empresas validen sus proyectos con campañas de crowdfunding, ya encontramos inversores que antes de mover su capital les piden a los emprendedores que lancen sus proyectos en alguna plataforma de crowdfunding invirtiendo menos capital y así minimizando el riesgo de pérdidas económicas.

 

Los mayores beneficiados de la democratización del crédito son los pequeños empresarios, jóvenes y startups, que pueden contar con la liquidez necesaria para poner en marcha sus proyectos. La falta de avales o su corta carrera como emprendedores no son impedimentos para hacer realidad su idea. Precisamente en el Crowdfunding prima el proyecto sobre la figura del desarrollador; lo importante es que la idea cumpla tres requisitos: viabilidad, tangibilidad y demanda. No sólo los creadores mejoran sus expectativas con este modelo, también los potenciales consumidores, que disponen de plataformas en las que invertir en aquellos nichos sobre los que tengan interés. Además, la apertura de los canales de comunicación y la hiperconectividad entre mecenas y desarrolladores, favorece la creación de nuevos productos bajo demanda específica, incrementándose así la investigación en las áreas más solicitadas por los consumidores finales.

 

Uno de los requisitos para alcanzar los objetivos de financiación en cada una de las muchas plataformas de Crowdfunding existentes (Kickstarter, Ulule e Indiegogo) es saber vender el proyecto. Ante la desconfianza generalizada, se torna imprescindible dotar a nuestra idea de un aura de credibilidad que sirva de enlace entre su creador y el potencial donante. Para ello, además de profesionales competentes en nuestra área de negocio, estamos obligados a asimilar las técnicas de venta en toda su amplitud: persuasión, empatía, comportamiento del público objetivo, identificación de necesidades, etc. Todas ellas complementarán la calidad del producto y, en buena medida, determinarán el éxito o fracaso de este.

 

Aún nos queda camino por recorrer para hacer del Crowdfunding un verdadero catalizador del desarrollo empresarial: en España, según Universo Crowdfunding, el pasado año se superaron los 100 millones de euros en inversiones; una cifra todavía lejana a la de países como Reino Unido, en el que se estima una cifra de 4.300 millones. No obstante, es posible que este ingente margen de mejora sea a su vez un reducto de esperanza para tantos emprendedores que, con su talento por bandera, minimizan el riesgo que supone levantar un negocio en nuestro país. Apostemos por ellos.


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