Ser vendedor requiere de un equilibrio emocional difícil de conseguir. A la presión que conlleva conseguir los objetivos de venta se une el estrés derivado de las propias relaciones con clientes, compañeros, proveedores, subordinados o jefes. En una profesión tan expuesta emocionalmente es necesario contar con el conocimiento y con las herramientas para identificar, gestionar y crear los estados emocionales adecuados a cada momento.